lunes, 9 de abril de 2007

Tizas y sangre



Eso era lo que clamaban los celulares: "Las tizas no se manchan con sangre. Hoy todos somos Carlos Fuentealba", y agregaban "reenvialo"... y todos lo reenviamos. Para todos lados, a los cuatro vientos. Los vientos fueron desparramando el mensaje por las sierras, por el mar, por los barrios y entre los evacuados de la inundación. Por las ciudades y los pueblos, por las canchas de fútbol y los ascensores. Y me fui quedando con algo parecido al vacío,al vacío pesado y denso, con algo de sensaciones conocidas... con dolor y con bronca. Con impotencia y sin ninguna respuesta: no hay respuestas a ninguna pregunta.

Hoy y a partir de vos, todos somos un poco vos, maestro. Todos estamos probando tus zapatos, todos hinchamos las camisas y las remeras, y los pantalones y las bufandas y las camperas, y las medias, con la necesidad de justicia. De justicia toda. De justicia en serio. Yo no soy maestra, pero fui a la escuela, tuve maestras... y en mi época, las maestras se morían de viejitas, nadie las asesinaba a sangre fría, nadie las mataba por la espalda, nadie le tiraba un proyectil a la cabeza...En todo caso, eran homenajeadas con lo que había... una flor, un caramelo, un papelito de colores, una chapita brillante, una manzana... o nada más y nada menos que un beso.

Los maestros enseñan a leer y a escribir , enseñan a pensar, enseñan a preguntarse, nos ayudan a cuestionar, abrazan, contienen, lloran para adentro (a veces) cuando un gurisito viene golpeado, cuando hacen 2ºC. y están sin medias y con un pantaloncito casi hecho de papel... También enseñan a cantar, a jugar, a saltar y a reir... Los maestros aprenden con sus nenes, a partir de sus cosas, de sus inquietudes, de sus curiosidades, de sus flacuras, de su soledad, desde su hambre... ellos también aprenden, y a veces, sienten que no pueden con tanto dolor.

-"...un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida
un empujón brutal te ha derribado..."- dice Miguel Hernández en su "Elegía" por Ramón Sijé, a quien tanto quería; y guardo en el alma la voz de Serrat... y ahora también es para vos.

Aunque en ésta, no hubo nadie invisible: quien te mató, tiene nombre, apellido, laburo y también antecedentes por "abuso de autoridad"... ves por qué te digo que no hay respuestas? También tuvo un arma y la capacidad de elegir qué hacer con ella... a qué distancia tirar y en qué dirección. Y eligió. Y quién elige que siga trabajando, aún con este prontuario? Quién decide estas cosas?

-"...temprano levantó la muerte el vuelo
temprano madrugó la madrugada
temprano estás rodando por el suelo...
no perdono a la vida enamorada
no perdono a la vida desatenta
no perdono a la muerte ni a la nada..."- sigue diciendoMiguel Hernández...

A partir de ahora, somos todos un poco vos, maestro: y acá nos quedamos, esperando las respuestas.

maria


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